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6/11/08

Algo que hacer en Londres


En algún momento del invierno de 1540, Enrique VIII, dictó orden de disolución de los monasterios, como parte de su guerra contra Roma. La disolución de los monasterios implicaba también aprehender todas las joyas que poseían. En la Catedral de Durham, los esbirros de Enrique encontraron un enorme libro que les llamó la atención por su magnifica encuadernación, que entre otras, contaba con piedras preciosas como esmeraldas Evidentemente arrancaron las tapas enjoyadas y enviaron a Londres el resto del libro.

Se le conoce como el Evangelio de Lindisfarne, y hoy se le considera como uno de los manuscritos más importantes del arte medieval. Contiene, no sólo una de las colecciones más impresionantes de iluminaciones medievales, sino también una de las primeras traducciones al inglés de los evangelios. La historia cuenta que fueron los monjes de la Isla sagrada, en la costa de Northumbria, los que por allá en el 700 dC crearon el libro. Hoy, esta joya de más de 1300 años está consignada en la British Library.

Todo hay que decirlo, los curadores de la famosa biblioteca no se matán por enseñartelo. A diferencia de otros libros de semejante valor, el Evangelio de Lindisfarne está en una habitación remota de la libreria sin apenas luz, y, sin visitantes. Por eso, si están ustedes en Londres y tienen tiempo, olviden por un momento el cambio de la guardia de Backinham Palace y acérquense a King's Cross. Allí mismo está la British Library y tendrán todo el tiempo del mundo para disfrutar de esta maravilla. Sólo es algo que hacer en Londres que casi nadie hace.

27/10/08

Sarajevo (2)


Este verano volví a Sarajevo. Volver a Sarajevo no es volver a cualquier sitio. Al menos no lo es para mi. Era un viaje planeado junto a un amigo, pero era mucho más que eso. Sarajevo siempre me remueve la conciencia y la inconsciencia. Con ese desdén irónico con el que sus mujeres pasean arriba y abajo por la Ciudad Vieja, con esa impunidad coránica con la que los sarajevici beben cerveza y esa tranquilidad con la que los gatos toman el sol bajo las arcadas de la gran mezquita, Sarajevo contempla asombrada como el mundo se ha olvidado de ella. Ya no hay actores míticos, ni filósofos de melena desbocada y mechones blancos, que se peleen por hacerse una foto junto a la biblioteca destruida por los morteros. Por eso no deja de ser curioso que el niño mimado de las letras americanas, Johnatan Safran Foer, y, su no menos aclamada mujer, Nicole Krauss, dejaran estampadas sus firmas en el libro de visitas de la vieja sinagoga sefardí. Habían ido a Sarajevo imagino que en busca de sus raíces judías que tanto éxito literario les han reportado.

PD: Por cierto la Biblioteca destruida por los morteros serbios continua en reconstrucción

16/10/08

Sarajevo (1)


Esta soy yo durmiendo en la mesa de un restaurante (un cevapccici en realidad) en la Vieja Ciudad de Sarajevo. Mes de mayo del año 1999. El olor de la guerra aún persiste en la ciudad, las huellas de los morteros serbios están presentes en todas las fachadas. Los viejos puentes otomanos por reconstruir. En Mostar patrullan las tropas españolas por una ciudad fantasma donde el río Neretva es un abismo que divide a católicos de muslmanes. En Srebrencia aún reina el silencio y apenas algunas fosas comunes han sido abiertas y pocos restos exhumados. Los serbios, mientras, continúan negando el peor genocidio cometido en Europa tras la Segunda Guerra Mundial. Limpieza étnica en Visegrad o Foca donde Ratko Mladic y Radovan Karazdic se pasean triunfantes. Miles de refugiados esparcidos por toda Europa (muchos no volverán). Miles de soldados de la OTAN, miles de cooperantes, miles de diplomáticos.

Hace mucho calor y la cerveza local (una de las mejores que he probado) puede conmigo. El sueño de Sarajevo es el sueño de una larga noche. Apenas ha empezado a amanecer y el día tampoco parece mucho mejor. Trece años después Sarajevo aún huele guerra olvidada.